9 may 2017

El último pescabro: Guía mi-XA-lin



Varias personas me lo han advertido. “La pescabrería cierra, está cerrando”. En efecto, las palabras “se vende” se leen entre los carteles que anuncian las merluzas a precio insuperable y los boquerones del día. Además, como respuesta a otro cuartiento, un anónimo enriquece el término pescabro advirtiendo que en Madrid, en los años cincuenta,el papel de  los libros vendidos a peso se usaba para envolver el pescado. Imagino que se trataría de una coincidencia triple aunque posible: libros grandes, pescados pequeños y compras exiguas. Con ese ánimo entro en la pescabrería. El primer libro es una sorpresa recurrente: El viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda. Lo compro por no dejarlo allí, para que no se lo trague el mar en caso de que la venta del local no se realice. El segundo libro que abro tiene un título que promete, Los niños tenores, pero el contenido es desolador: un grupo de niños canta “Cara al sol” y grita “Heil Hitler” en un salón de clases ante la pasividad del profesor. No quiero que éste sea mi último pescabro: me dolería. Me recuerda la infamia, el dolor actual por Venezuela, las pequeñas traiciones, la última visita enferma y desgraciada, aquella conferencia que preparé y no pude dar. Continúo buscando y encuentro un libro casi artesanal: mi-XA-lin (guía de restaurantes poligoneros de la provincia de Castellón). Me gusta el juego que propone el título combinando  la referencia neumática y gastronómica con la expresión preferida de los castellonenses: “ Xa, que bo”; “¿Cómo te ha ido, Xa”. En el interior, honrando el subtítulo, Ximo Salsadella (intuyo que se trata de un pseudónimo) describe cincuenta restaurantes ubicados en polígonos industriales de la provincia y los valora del uno al diez según los siguientes parámetros: precio-calidad, servicio, servicios, parking y atención. En el mejor restaurante, el menú cuesta nueve euros, la comida es buena y en el parking caben, alineados perfectamente, treinta camiones. Me gusta este pescabro: Guía mi-XA-lin. Es el último libro que compro en esta pescadería, ya lo he decidido. Aunque la pescabrería abra mañana o pasado, el último pescabro será éste: conectado con Castellón y haciéndole justicia a la naturaleza alimentaria del lugar en que lo compro. Se muere entonces una palabra, casi un género (litero-alimentario). Menos mal que quedan los cuartientos.

2 comentarios:

Calpurnia dijo...

¡y de que era la conferencia?

Slavko Zupcic dijo...

De pescabros, Calpurnia. Esto siempre va pescabros.